martes, 29 de marzo de 2011

A 50 años de la primera obra de "Tato" Pavlovsky

A 50 años del debut como dramaturgo de Eduardo "Tato" Pavlovsky, comparto mi crítica sobre el espectáculo "Variaciones Meyerhold" que se presentó en el Teatro de la Cooperación, hace unos años...

¿Por dónde empezar? ¿Cómo empezar a hablar de un espectáculo escrito e interpretado por "Tato Pavlovsky"...? Silencio... Pausa.

Me hago la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si "Tato" no hubiera escapado en calzoncillos por la terraza cuando lo perseguían los siniestros hombres de la dictadura? Nuevamente silencio... Pausa.

Seguramente lo hubieran asesinado...

Me quedé más silencioso y pausado que antes, con la piel de gallina, imaginando estos hechos.

Pero, afortunadamente, esto no ocurrió y "Tato" está más vivo que nunca. Entero y pleno.

Vuelvo a preguntarme: ¿por dónde empiezo...? Entonces, decido hablar de "Tato".

Qué hombre, qué figura, qué talento, qué escritor.
Todavía recuerdo el impacto que me produjo cuando lo vi interpretando al boxeador de "Cuarteles de Invierno", película dirigida por Lautaro Murúa sobre texto de Osvaldo Soriano o el personaje que interpretaba en "Miss Mary" de María Luisa Bemberg. O "Potestad", o el torturador de "El Señor Galíndez", una de sus obras fundamentales al igual que "Pablo", "Cámara Lenta", "Telarañas" y "La Mueca", por nombrar algunas de sus obras de teatro, las cuales trabajo constantemente en mis cursos.

Me doy cuenta que ésta no es una crítica fácil. Me está ganando el afecto y el cariño que siento por este hombre fundamental del teatro argentino. Talentoso, creativo, valiente y, aunque casi no nos conocemos, siento que es un compañero de toda la vida ya que, en una oportunidad que fui con mis alumnos a ver "El Señor Galíndez", pude sentarme a tomar una copa con él.

Me pregunto: ¿cuánto hay de "Tato" en Meyerhold o de Meyerhold en "Tato"?
"Tato" habla de Meyerhold, un hombre de teatro ruso que venía de trabajar con el Maestro Stanislavsky pero que pronto sigue sus propias ideas.
En un monólogo espectacular, Pavlovsky cuenta el modo de trabajar de Meyerhold y uno se siente conmovido e involucrado. Por ejemplo, cuando habla de cómo hacer teatro, de la libertad creadora y qué el actor es lo más importante, es a él al que hay que tomar en cuenta para realizar la obra.

Dice: "De qué me vienen a hablar de que escriba el proyecto que quiero realizar, si todavía no empecé a ensayar".
Desde hace tiempo y siempre, en la Argentina, cuando querés hacer un proyecto teatral te dicen esto, una ridiculez, por llamarlo de algún modo.

A veces, el actor es llamado para un proyecto y, cuando llega, ya está todo armado. ¿Qué clase de teatro es ése? Como dice "Tato": "No hay derecho, no hagan teatro."
No se toma en cuenta al actor y el actor es todo. "El cuerpo del actor", la escenografía, el vestuario, las luces, lo que sea, todo hay que armarlo en base a lo que el actor crea. El actor es el motor de la obra, su pieza más importante.

para qué hablar de los que hoy desconocen de la improvisación y sólo estudian de memoria y repiten la letra como loros, pensando en el texto que viene y, al mirarlos a los ojos, uno se da cuenta que no sienten nada, no te miran, están como muertos. O los directores "Nazis" que te dicen dónde pararte, cómo hablar, cómo decir el texto y, si te olvidaste de una palabra o una coma, te cortan la escena... ¡Dios mío!

Menos mal que está Pavlovsky o Meyerhold. Bah, ya me mareé.

"Odio el trabajo de mesa", estamos totalmente de acuerdo. El teatro, al igual que al amor, hay que hacerlo. O los que te hablan de la "dicción", que tiene que ser buena. "El buen decir", como dice "Tato": "¿Qué carajo es eso?"
Marlon Brando era uno de los peores en dicción pero a nadie le importaba. Él ponía el cuerpo y punto. Salía y no te dejaba dudas, era excelente.

Por momentos, el espectáculo es una clase de teatro notable. Además, nos cuenta la lucha de Meyerhold para sostener sus principios hasta el final y que expuso en un congreso de directores en 1939, donde fue muy criticado por no hacer realismo socialista que, en ese momento, estaba de moda.

El referente de la dictadura que uno puede sentir, el paralelo con el Stalinismo, la persecución de las ideas, la tortura y el asesinato, el atentar contra el arte y la imaginación, es abrumadoramente doloroso.

Dueño y Señor de la escena, "Tato" Pavlovsky hace un festival propio, lleno de matices, bajo, medio y alto, con esa voz tan personal. Un manejo estupendo del cuerpo, aplicando lo que habla. Una máscara impresionante que cualuier actorcito envidiaría.

Un momento emotivo es cuando se acerca al público rompiendo la famosa "Cuarta pared". Un buen momento que requería más tiempo al igual que cuando se retira para ir al baño.

Bien acompañado por Susana Evans, Martin Pavlovsky y Eduardo Misch.

Martin Pavlovsky en la dirección realiza una puesta simple, sin música, sin nada. Nada que perturbe la actuación de su padre "Tato" Pavlovsky quién, de haberlo querido, podría haber prescindido de todo porque, como dice el personaje: "El cuerpo del actor es todo". En este caso: "un actorazo".

Título: Variaciones Meyerhold.
Teatro: Teatro de la Cooperación.
Calificación: 4 Páginas (Muy buena).

Comentarios:

* Analia Farfaglia: "¡Impresionante Loisi! Qué bueno que exista gente que defienda este tipo de teatro y lo aplique. Ja! Directores "nazis", ni lo digas... Es más común encontrar esa forma de trabajo. Y creo que es por una sola cosa "miedo a sentir y que verdaderamente pasen cosas".
Una forma castradora de trabajo no sirve en ningún caso. Y ese tipo de teatro es el que se correlaciona con el trabajo no comprometido.
Como actríz defiendo la creacion del actor, la creatividad y el sentimiento. El teatro es eso, lo demás es una reproduccion de una idea escrita en papel.
Gracias Tato... ¡y Loisi por defenderlo!"

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