jueves, 1 de agosto de 2013

El Señor Galindez, crítica de Carlos Pacheco, La Nación

Valioso material documental

Espectáculos

Por   | LA NACION                
          
          

Ficha técnica: EL SEÑOR GALÍNDEZ / Autor: Eduardo Pavlovsky / Intérpretes: Daniel Loisi, Gustavo Langelotti, Laura Manzaneda, Pablo Walluschek, Daniela Cerliani / Asistente de dirección: Germán Facundo Rearte y Laura Manzaneda / Dirección general y puesta en escena: Daniel Loisi / Sala: IFT, Boulogne Sur Mer 549 / Funciones: viernes, a las 22 / Duración: 80 minutos.
Nuestra opinión: buena.
Sin duda uno de los textos más emblemáticos de la primera etapa en la dramaturgia de Eduardo Pavlovsky, El señor Galíndez significó en los años 70 un fuerte llamado de atención sobre acontecimientos terribles que sucedían en el país, en el marco de la última dictadura militar.
En su sombría guarida, un dúo de torturadores espera indicaciones telefónicas para realizar su trabajo. Viven en una normalidad aparente. Esa convivencia se les ha hecho una buena costumbre, aunque a veces tengan ciertas diferencias. Un nuevo compañero, un aprendiz, llega al reducto y esta intromisión les posibilita a los personajes dejar ver sus costados más siniestros. Esto se hará más duro cuando sean dos mujeres las que ingresen en el espacio: "Un paquete" que, en apariencia, les han enviado para ayudarlos a pasar el tiempo.
Mientras tanto, la sombra de Galíndez genera expectativas, dudas, temores. Esa voz que llega del teléfono transforma la realidad y potencia la crueldad; pero, en verdad, ¿quién está realmente detrás de ese submundo del que forman parte estos hombres?
Daniel Loisi, en tanto director, logra un espectáculo muy equilibrado en el que la violencia, la tensión, el ritmo, van alimentando con acierto ese realismo exasperado que reclama el texto. Loisi diseña también unos personajes muy elocuentes. Con rasgos muy bien definidos, los intérpretes se dejan arrastrar de manera fluida por esas conductas que han modelado con mucha seguridad. El cruce de esos mundos es potente y, por lo tanto, el espectador se verá verdaderamente agobiado por algunas escenas que resultan buena síntesis del germen de la pieza.
Para muchos, El señor Galíndez puede resultar un material muy coyuntural, fuerte expresión de una época, cuya vigencia puede resultar cuestionable. Lo cierto es que, en esta puesta, ese texto adquiere una interesante dimensión documental y eso resulta valioso.




 


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